Atizapán, Estado de México
Un georradar que permitirá analizar cavidades en zonas minadas, su dimensión, capacidad, longitud, dirección, entre otros aspectos, fue dado en comodato por la empresa Linde al Gobierno de Atizapán de Zaragoza y recibido por el Presidente Municipal, Pedro Rodríguez Villegas.
De acuerdo con Héctor Elorriaga Mejía, Coordinador de Protección Civil, Bomberos y Medio Ambiente municipal, área que trabajará con el georradar, este aparato indicará también hacia dónde van las cavidades que están ubicadas debajo de viviendas, si hay un venero, la profundidad y el metraje cúbico a rehabilitar en la zona.
“Es prevención para poder actuar en tiempo y forma en el relleno de las cavidades. Primero, salva vidas, y también salva el patrimonio de los atizapenses que tuvieron la mala fortuna de construir sobre una cavidad”, explicó.
“Vamos a triplicar el volumen de lo que estábamos haciendo, porque ya vamos a saber dónde tirar, cómo tirar, en qué zona, cuál es la zona más afectada”.
En los dos primeros años de la Administración, el volumen de hidróxido de calcio suministrado para rellenar las minas mezclado con mineral de perlita asciende a 8,260 metros cúbicos; de ellos, 4,240 fueron utilizados en el año 2022 y 4,020 en el 2023.
“Somos el único municipio en todo el país que cuenta con este equipo. Nada más lo tiene la UNAM, uno el CENAPRED (Centro Nacional de Prevención de Desastres) y algunas fiscalías. A nivel nacional somos el único municipio”, añadió Elorriaga Mejía.
“Esta es una muestra de la confianza que tienen con esta Administración, de que juntos, entre sector privado y las autoridades municipales, puede haber buenos acuerdos, buenos logros”.
En Atizapán de Zaragoza hay minas con hasta 30 metros de profundidad desde el piso de la calle a la mina. En su interior, hay galerías con 3 o 4 metros de altura.
Las minas detectadas en el territorio municipal son de tepojal, un material de la familia del tepetate que es idóneo para fabricar block cuando es mezclado con concreto.
De los años 40 a los 60 del siglo pasado, hubo una sobreexplotación del suelo para llevar material de construcción a la Ciudad de México.
En los años 70 se estableció un decreto del Gobierno del Estado con el que quedó prohibida la realización de esas labores.