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LÓPEZ OBRADOR, EL PEOR PRESIDENTE DE LA HISTORIA

Por Rafael Lulet

El gobierno de Obrador, se ha caracterizado por usar su doble moralidad, mientras que él pregona un discurso ya desgastado del pseudo combate a la corrupción, la austeridad y el respeto, los funcionarios públicos de su gabinete, tienen mucha “cola” detrás contradiciendo lo predicado por su líder, entre ellos, las casas de Barlett, las de Rocío Nahle, o la del escándalo actual la “casa gris”, sin mencionar los, moches de Delfina Gómez, los cuales para ellos son “aportaciones”, sin olvidar las “donaciones” a su hermano Pío o las adjudicaciones directas otorgadas a amigos, conocidos o familiares.

La moneda desgastada de Obrador de “no somos iguales”, poco a poco, pierde credibilidad entre la gente, y a esto, volvemos a repetir, él presume de mucha “popularidad” como si eso fuera lo único indispensables para gobernar, pero en ese tema no toca el punto que esa pseudo fama, no es en su totalidad por ser un buen mandatario, sino está dividida entre quienes ya no lo quieren desaprobando sus desaciertos y sus fanáticos seguidores;  en ese sentido, si se aplicara realmente un verdadero análisis, podríamos encontrar un alto porcentaje de rechazo contra el mencionado personaje.

Por otro lado, para realmente gobernar se requiere de un verdadero estadista, retomaría al General Lázaro Cárdenas del Río, como referencia y en ese sentido, López no le llega ni a los talones, por mucho que se quiera comparar con él, porque comenzando: para ser presidente, debe de gobernar para todos los mexicanos, no para unos cuantos, para quienes inclinan la cabeza ante él, segunda, un líder unifica, eso indica, no polarizar a la población, tercera, respetar la democracia y libertad de expresión, cuarta, administrar el dinero y no derrocharlo, quinta, transparencia, sexta, seguridad y combate al narcotráfico, séptima,  presentar un plan de trabajo económico y político desde un inicio en beneficio de todos los sectores de la cadena de valor, tanto empresarios, trabajadores, consumidores, entre otros y sobre todo garantizar la salud de a los ciudadanos y no quitarles presupuestos a las instituciones y hospitales; realmente para  López el plantarse en Palacio Nacional consiste solo en hablar y decir mentiras, así como generar cortinas de humo para opacar los malos resultados de su gestión.

Aún nos faltan tres años, y a la mitad de su sexenio, nos ha parecido a muchos un “infierno”, un gobernante se le critica cuando hace mal las cosas, por siglos siempre ha sido así, eso es un parámetro para conocer la asertividad de sus tomas de decisiones, pero, Obrador, se escuda en supuestos ataques de la oposición, siendo eso mentiras, y de lugar de ponerse a trabajar, sigue con sus actos de venganzas y proselitismo, haciendo con ello “grilla barata”, cuando se le está pagando para administrar y gobernar, lo cual, a la fecha no lo ha hecho, hacerse la víctima es un papel que bien le queda pero no el de presidente; ni por lo menos sabe hablar bien ni presencia tiene, en pocas palabras: un personajes gris; pero eso sí, aún se escuda en los 30 millones de votos del 2018, sin embargo, en la actualidad ya no consigue ni la mitad de eso, pero, el pasado para él es ley.

La lucha real que tiene López no es con la oposición la cual se encuentra en los suelos, apabullada, sino con la población, cada día de su gobierno le resta credibilidad y con ello el apoyo de su administración, pero, mientras se encuentre al frente de la presidencia, la estabilidad del país corre el riesgo de colapsar, sencillamente, las frases de los candidatos opositores cuando era campaña de ser un “peligro para México”, se están volviendo en una realidad.

El señor no sabe de gobernar, ni administrar, tampoco de unión en pro del país, ni de humildad, de economía ni decirlo, mucho menos de liderar a un pueblo en momentos difíciles, eso lo demostró con el Covid, donde el sistema de salud lo ha desmantelado al quitarle presupuesto, medicamentos, tratamientos para gastos catastróficos, ni vacunas contra otras enfermedades, y todavía debemos esperar cuando el Sar-Cov-2 quede superado no por su buena estrategia sino por el tiempo, y deba confrontar la demanda usual de antes de la pandemia de la población ante el requerimiento médico y descubrir la inexistencia de recursos para afrontarlo porque Obrador y sus secuaces lo quitaron, sin mencionar que aún falta el “tiro de gracia”, y lo dará a través del IMSS Bienestar. En pocas palabras: su mezquindad no tiene límites.

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